POLITICOS

Hoy, como todas las mañanas inicio el día leyendo la prensa, habitualmente comienzo por la Nueva España, y me encuentro en la sección de deportes con el titular siguiente:
"MAREO ENCANDILA AL PRINCIPADO Y AL AYUNTAMIENTO"
Yo les voy a dar otro titular:
"SAN MARTÍN APAGA AL PRINCIPADO Y AL AYUNTAMIENTO"
La realidad de las instalaciones para la práctica del fútbol en su grado máximo y mínimo.
Y que no se vea ninguna comparativa, por absurda.
Instalaciones dignas de alabar, dice uno de los ilustres visitantes, ¿qué esperaban?, con las ingentes cantidades de dinero invertidas desde las Administraciones Públicas, a favor de Real Sporting de Gijón SAD, hoy ocupa, mejor dicho cesionario, de dichas instalaciones.
Espero y deseo, que ambos ilustres, uno local, y otro provincial, se dignen a visitar nuestras instalaciones, que obviamente no alabarán; pero seguro les sacarán la verguenza que cualquier persona lleva consigo.
Mareo, data del año 1978, treinta y tres años han pasado desde su inauguración. Aquellas instalaciones iniciales, si que eran dignas de alabanza, no había cosa parecida en España, y lo dice alguien que lo vivió en primera persona. Impulsadas y construidas desde la iniciativa privada, con recursos propios, digno de elogiar y alabar, por el que creo fue el mejor Presidente del Real Sporting de Gijón, Don Angel Viejo Feliú, sin quitar meritaje a los demás Presidentes.
Ustedes, con el mayor de los respetos, están para otras cosas, por ejemplo, paliar las infraestructuras deficitarias para la práctica del fútbol que existen actualmente tanto en Gijón como en el resto de la Comunidad Autónoma, y no para quedar embobados por lo que han quedado. 
¡Ah!, un consejo, no visiten Valdebebas, les puede llevar a un estado de shock permanente. En este caso proporcionalmente inverso al que les puede causar la visita a San Martín.
¡Ah!, otro consejo, pierdan un poco de tiempo, y se lo digo así porque parece que el problema que tienen es de agenda, y visiten a los necesitados y ávidos de instalaciones, que lo precisan y merecen por la labor encomiable que realizan día a día en la más absoluta precariedad.